Liam: ese es el nombre del protagonista de esta escalofriante historia.
Ahora, ármate de valor para leer estas líneas. O abandona, antes de que sea demasiado tarde…
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Liam era el típico niño adinerado, que vivía en el típico barrio y en la típica casa antigua reformada, tan común en los Estados Unidos. Casas con mucha memoria. Casas con algún que otro secreto, oculto en sus antiguas paredes, cubiertas de papel floral. La historia de Liam no es especial. Liam, tampoco, pero…
Esta, en realidad, no es su historia, sino la de todo el barrio y todos los vecinos de Shout of Broad. Pero comencemos por el principio: todo empezó una noche de otoño: el viento soplaba con fuerza y el búho ululaba. Liam se quedó pensativo en el sofá. No estaba cansado, así que se tumbó a ojear las revistas de su madre, aunque le aburriesen más que las clases de Historia del Sr. Brandon. Por aquel entonces, no había televisión, maquinitas o cualquiera de esos aparatos electrónicos, pero mientras Liam observaba las páginas con detenimiento, escuchó un ruido extraño y le vino un escalofrío que lo recorrió entero, de la cabeza a los pies. Sin embargo, no solo Liam escuchó ese sonido, sino todos los niños y solo los niños de aquel barrio. No era un sonido corriente, por eso todos asomaron su cabeza a la ventana, con una mezcla de miedo y curiosidad. Pero solo se podía ver la tenue luz de la luna y algún que otro gato callejero. Cuando, a la mañana siguiente, los niños despertaron para ir al colegio, en cada una de sus casas había una extraña sensación, nunca antes experimentada, que obligó a todos los jóvenes a salir rápidamente de casa, pero no para ir al colegio, sino a otro lugar. Todos caminaron aprisa y se reunieron en el bosque cercano. Allí, los esperaba un hombre vestido de gris, que los miraba con una entrañable sonrisa. Sin embargo y de repente, todos los niños se despertaron en su hogar. Solo había sido un sueño y siempre les quedó la duda de quién era y qué esperaba aquel hombre tan extraño.
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