El hada del agua

Publicado el 7 de noviembre de 2025, 8:39

EL HADA DEL AGUA

 

 

Hace muchos años, en una cabaña de madera, vivían una pareja de ancianos, cerca de un lago. La mujer, aunque anciana, era bella como una joya. El hombre trabajaba haciendo y puliendo cerámica y, todos los miércoles, la vendía en el mercado. Un día, la pareja salió a pasear por el bosque y vio a una pequeña niña ¡y decidieron llevarla a la cabaña de madera! La anciana, en cuanto llegó, la envolvió con un tejido de lana, para que no tuviese frío.

Pasaron los años y, conforme la pequeña crecía, los ancianos se dieron cuenta de que su color de pelo no era natural. El pelo se estaba volviendo de un extraño color verdoso y su tez era cada vez más blanca. Los padres comenzaban a asustarse, conforme pasaban los meses, así que decidieron llevarla al único curandero del bosque. Una vez allí, el curandero les dijo que esa niña en realidad era una bruja y que tendrían que abandonarla antes de los dieciocho años, porque si no, podría llegar a ser muy peligrosa. Tan triste se quedó la pareja, que decidieron hacer con ella todo lo imposible. Pasaron los años y llegó el momento de abandonar a la niña; la llevaron lejos, muy lejos, hasta una vieja cabaña abandonada. La madre le había tejido ropa y le había preparado mucha comida y el padre le fabricó platos y vasos.

  • Adiós, cariño, aquí estarás bien- dijo la madre.

Entonces, la “niña” habló:

  • Madre, padre, yo no soy una bruja, sino el hada del bosque. Y mi piel es de agua y mi pelo es del color de la hierba. Y resplandezco, porque mi luz es de luna. Yo, soy la que da lugar a las cuatro estaciones. Si me dejáis aquí, será invierno todo el año, hasta que no quede nada. El destino me puso en vuestro camino, para que me criaseis y me pudiera convertir en mujer. Entonces los padres comprendieron y los tres se fundieron en un cariñoso abrazo.

 

 

 

 

(Judit, escrito a los 9 años)